jueves, 24 de noviembre de 2011

Llenarse el alma (mi compromiso)

La decisión de dedicar mi tiempo a la familia, ha sido una de las más importantes que he tomado en mi vida. Nur no va a la guardería. Por las mañanas está con Alex y conmigo, salvo martes y jueves que voy a kung fu. Todos los días, a partir de la una y media, nos quedamos solas hasta que viene Alex, cuando Nur ya duerme. Los viernes por la mañana Alex hace tiro con arco, así que los viernes estamos todo el día solas ella y yo.
Mis amigos no tienen hijos y están recorriendo otros caminos, y mi suegra, que es escritora, viaja mucho, y al ser autónoma, trabaja mucho también. Nur suele quedarse con ella 3 horas a la semana, más o menos. Mis padres viven fuera.
Así que he tenido que aprender a ser mamá full time, y a disfrutar de ello (lo cual no quiere decir que no haya días difíciles y que a veces "me canse" de mi hija, claro)

Pero en esto he encontrado un camino, voy vislumbrando una forma nueva de estar en el mundo... poco a poco voy conociendo una nueva forma de mirar y de actuar, es algo misterioso y divertido a lo que me dejo llevar por el tipo de crianza que supone el estar totalmente presente y disponible cuando estoy con mi hija, o sea, prácticamente todo el día.

El martes estuvimos las dos en la primera "Tarde de juegos" organizada por la Asociación Nidia, un proyecto pedagógico en Madrid que está sacando adelante un grupo de madres muy implicadas en la crianza de sus hijos y que, como yo, no simpatizan mucho con las guarderías y la pedagogía directiva. Ellas se han organizado para poder trabajar y que sus hijos pasen las mañanas en un ambiente no directivo, acompañados por un educador que han contratado (y al que ellas mismas están formando) y algún padre o madre que se queda en el centro con los niños. Por el momento son 4 niños, tienen intención de llegar hasta 10.
Por las tardes están empezando a organizar charlas, y cada martes habrá grupos de juegos para niños de 2 a 6 años... y aunque todavía le quedan 5 meses para los 2 años, pienso acercarme por allí más de un martes con Nur.

El otro día fue muy bonito, conocí a otras madres que están con sus hijos todo el día. Me sentí menos rara. Algunas de ellas han renunciado a su trabajo y a su sueldo para acompañar a sus hijos en los primeros años. Otras tiene trabajos y parejas con los que se pueden compatibilizar con la crianza en casa. Había un ambiente muy lindo en el lugar. Nadie les decía a los niños lo que tenían que hacer, nadie les decía "muy bien" o "muy mal", y sin embargo había una armonía y una energía amorosa y respetuosa que envolvía todo el espacio. No hubo rabietas ni llantos, los niños corrían, saltaban, pintaban, comían, tocaban instrumentos, colocaban y descolocaban, arrastraban... 
En este "ambiente preparado", Nur exploró todo el espacio, hizo un reconocimiento general (primero de la mano de mamá), y luego se puso una pulsera de cascabeles en el pie, exploró los juguetes de madera, se metió dentro del castillo de madera (en miniatura), saltó en el colchón que había preparado para ello, "hizo música" con un teclado, descubrió la sensación de jugar con plastilina, pintó su primera acuarela (qué pena no haber hecho una foto), y luego las dos recogimos la mesa y me ayudó pasando la bayeta, y me ayudó a recoger cuando nos pusimos entre todos a ello.
En este ambiente de compromiso y entrega me sentí realmente a gusto. Verdaderamente creo que una revolución silenciosa se está gestando. Una hermosa revolución, de niños felices, de mamás y papás felices, en un ambiente de confianza mutua muy singular. Esto, sin duda, es algo muy nuevo y revolucionario. Creo que estas madres comprometidas podrían cambiar el mundo, que este podría ser menos violento, más armonioso, más auténtico...
En internet encontré esto, no conozco a la autora o el autor, lo comparto porque sencillamente me encanta:
  
"La crianza de un niño es algo que ocurre muy silenciosamente. No "reditúa" en el acto, no brilla en ningún medio de comunicación, no nos hace merecer ningún premio al éxito, ni nos sitúa en un lugar de reconocimiento social. Sin embargo, es en la crianza en donde se encuentra el gran secreto de la transformación del mundo. Aunque parezca un cliché, es en el silencio y en lo aparentemente invisible, que se labra lenta y misteriosamente, la historia verdadera de la humanidad. Si quienes criamos comprendiéramos la envergadura e importancia de lo que hacemos, seguramente se nos llenaría el alma."


miércoles, 16 de noviembre de 2011

"Respétame tú a mi..."

Ayer pasó algo muy bonito, muy significativo para mí. Nur estaba sentada en su trona, cenando, y yo con junto a ella, cuando le dije:
-"Nur, ¿por qué no te gusta el profe de natación? (matronatación)"- a lo que Nur, mirándome a la cara, dijo:
-"No".- (rotunda, contundente)
-"¿No?"
-"No"
Fueron los dos únicos "noes" de toda la tarde. Esta mañana he llamado a la piscina y la he cambiado de hora y de profe. La verdad es que las dos clases que hemos estado con el profe nuevo han sido muy estresantes, él cojía a Nur sin decirle nada y la ponía de espaldas, ella se ponía a berrear y yo la cojia y luego él me la arrancaba de los brazos y otra vez vuelta a empezar... Le llegué a decir: "Si quieres que Nur te haga caso en algo, tendrás que explicarle primero qué es lo que quieres hacer con ella". Pero en cuanto él se le acercaba, Nur corría nadando a mis brazos y se me acoplaba como una mona. ¡Cómo echamos de menos al del año pasado!

Porque cuando Nur dice "no", es que "no". Igual que cuando yo le digo "no", es que "no".
Hay algo que hemos aprendido juntas últimamente, y es a respetar los límites de la otra.
Empezaré por el principio:

Poco después de volver de las vacaciones y de haber escrito sobre mis sensaciones puérperas desde Mallorca, Nur tuvo dos días de rabietas, a raíz de los cuales cayó en mis manos un libro de Rebeca Wild que cambiaría, como lo han hecho otros en los últimos meses, el curso de este río maternal por el que me estoy dejando llevar.
Con Rebeca Wild, se retomaba el trazo iniciado con Aletha J. Solter y continuado después con Emmi Pickler, un trazo que envuelve a nuestros hijos en una crianza basada en la presencia, la disponibilidad y el respeto.
La disponibilidad y la presencia no sólo física, sino emocional. "Aquí estoy". "Si me miras, me encontrarás".
El Respeto. Wauuu... aquí es donde estoy aprendiendo más.

Primero con Aletha J. Solter, Alex y yo aprendimos a escuchar el llanto de nuestra hija, a respetar su espacio para expresar cualquier tipo de emociones, de rabia, de impotencia, de frustración. Comprendíamos que este mundo es muy denso y está lleno de novedades y estímulos, y que los bebés, que aprenden tan rápido, a veces se estresan y necesitan desahogarse llorando en brazos de su mamá o de su papá. Mónica, su pediatyra, también nos dijo que en algún momento necesitaría llorar su "trauma" de nacimiento. A través de esa escucha y de ese acompañamiento amorosos, aprendimos a conectar con las necesidades emocionales de nuestra hija, a respetarlas y ponerlas por delante de nuestras preferencias o inclinaciones. Aprendimos a reconocer esos procesos naturales en la vida de un bebé y que pueden llegar a desorientarnos y enfadarnos cuando no podemos o no sabemos conectar con estos procesos. Nur aprendió desde muy bebé, que podía contar con nosotros, que podá expresar sus emociones fueran cuales fueran, que le íbamos a apoyar igual si reía o lloraba o se enfadaba. Muchas veces, depués de un llanto sanador, se quedaba dormida en nuestros brazos con una sonrisa dibujada en su cara llena de paz.

Después llegó Emmi Pickler y el movimiento en libertad. De nuevo el respeto a los procesos de Nur, en este caso el respeto a la sabiduría de su cuerpo. De nuevo desde la disponibilidad y el acompañamiento amoroso, callado y presente. Desde los primeros meses, Nur tuvo la libertad de explorar nuevas posturas, de conquistar por ella misma nuevas posturas como darse la vuelta sobre sí misma, boca arriba, boca abajo, arrastrarse, gatear, ponerse de rodillas, descolgarse, sentarse, agarrase, levantarse, trepar, escalar, agacharse... Estuvimos con ella en cada nueva conquista que conseguía por sí misma. Totalmente presentes. Disponibles. Nunca la ayudamos físicamente a ponerse de pie o a sentarse, aunque sí estábamos ahí con palabras y gestos de ánimo y de aliento, y con preparados para abrazarla con todo nuestro cariño si se frustaba por no conseguir algo. A veces le echabábamos una manita (o un dedito), cuando veíamos que se ponía muy nerviosa, le echábamos un cable para que viera que podía hacerlo, que lograría conseguirlo. Ahora, a punto de cumplir 19 meses, es ella la que nos pide ayuda cuando no puede escalar o trepar por algún sitio. Me mira y me dice "mamá", entonces estoy ahí para ayudarla a ponerse en la postura que necesita para empezar a trepar. De nuevo, se siente respetada en sus procesos y sabe que puede contar con nosotros.

Meses más tarde, en septiembre y con las primeras rabietas y el "no" descontrolado, llegó a mi vida Rebeca Wild con su libro "Libertad y límites, amor y respeto". Un nuevo enfoque, siguiendo el trazo del método Pickler, profundizando más en todos los aspectos de la vida del niño. Aprendí a ser yo quien me pusiera límites a mí misma. A limitarme con los "noes", de esta manera, automáticamente, Nur dejó de decir "no" a todo. Porque yo también lo hice. Aprendí a fijarme en casa nueva cosa que hacía Nur, y a observar si forma parte de un proceso natural o si es una necesidad caprichosa o aleatoria. Por ejemplo, pintarrajear o jugar con el agua, así como la necesidad de trepar y escalar, son procesos naturales que se pueden permitir, pero el querer subirse a la mesa del comedor no lo es. Y ella comprende este tipo de límites perfectamente (¡son tan sabios estos peques...!)

Así, Nur está aprendiendo a respetar ciertos límites justificados, porque yo también estoy respetando los suyos, que son los que me marcan sus procesos internos de desarrollo. Este aprendizaje está siendo muy rico para mí, pues veo mucha verdad en ello, e intuyo frutos llenos de confianza y amor verdaderos. Cada día recibo mil señales de respeto de mi hija, y en esos momentos traspaso el momento, me olvido de lo que hay a mi alrededor, y siento cómo mi corazón se hincha de alegría, y cómo fluye de él más amor todavía, cargado de un profundo respeto a esa sabiduría antigua que trae Nur y que tanto me está enseñando.
Observar a mi pequeña, sus necesidades, lo que le mueve... se convierte en una meditación, en un viaje a través de la mirada y los sentidos, en el que cada día descubro que ser madre es una oportunidad maravillosa y enorme para abrirnos más al Misterio y para acojer sin reservas todo lo que este tenga para darnos a través de estas grandes almas que vienen a través nuestro con "polvo de estrellas" para iluminar un poco más este mundo...


sábado, 5 de noviembre de 2011

Elegimos a nuestros padres (parte II)

A algunas personas les cuesta mucho creer que hayamos elegido a nuestros padres, el tema siempre crea controversia y remueve nuestros cimientos interiores. Cuando me lo dijeron hace 15 años, no me lo podía creer. Me costó mucho tiempo de introspección y muchas ganas de comprender y de resolver mi puzzle interno. Ahora, me costaría creer lo contrario. Si fuera una loteria, si nuestro destino estuviera en manos del azar y nada más, me parecería inhumano y cruel; y sinceramente, observando la Naturaleza, veo tanta armonía y belleza que me resulta imposible creer que todo esté dispuesto al azar por un dios caprichoso y autoritario. Y viviendo el proceso de la maternidad, cada vez siento más firmemente que el creador/a nos ama con un amor tan inconmensurable que todavía no nos lo podemos ni imaginar. Quizás no creemos un un creador/a... entonces puedo decir que se me hace imposible creer que la Esencia de la vida no es sino amor y sabiduría.

Elegimos como padres a aquellas personas que nos van a dar la genética que necesitamos para poder llevar a cabo nuestra "misión", nuestro dharma, o si se quiere, para venir a realizar el propósito de nuestra alma. Sería muy complicado hablar sobre el karma, que tan mal entendido está, y no lo voy a  hacer aquí, pero lo que si se puede decir es que en el karma se encuentra toda nuestra sabiduría en potencia. Es decir, todas las experiencias o i mpresiones que ha recibido nuestra alma, se quedan grabadas en nuestro interior, y luego van a buscar la forma de reproducir en el exterior las causas que las originaron.
Así es como nosotros, entre encarnación y encarnación, elaboramos este plan perfecto que traerá de nuevo a nuestras vidas las situaciones y personas que "despertarán" en nosotros esas grabaciones antiguas para que seamos capaces de resolverlas y de transmutarlas, es decir, transformarlas en sabiduría haciéndonos conscientes de las enseñanzas que encierran.

Así, la falta de presencia de una madre o un padre en la infancia, nos puede servir para fortalecer nuestro contacto con los mundos sutiles o internos, o para hacernos fuertes e independientes, mientras que una madre "demasiado" pendiente o protectora, puede generar una incapacidad para decir "no" o para atrevernos a hacer las cosas por nosotros mismos, inseguridad en la toma de decisiones, por ejemplo. Otro caso; para alguien puede ser un suplicio tener una madre que se entromete en todo, para otro el tener otra que no se entromete pero que nunca está disponible...
O los casos de adopción, muy complejos... donde muchas veces elegimos tener una genética determinada pero "resolvemos" nuestra crianza con aquellas almas con quienes tenemos lazos y aprendizajes pendientes...
Nada es malo ni bueno, simplemente trae la impresión que despierta en nosotros la necesidad de "cambiar" algo, o de transformar algo. Y esto ocurre cuando dejamos de desear que sean "ellas o ellos" quienes cambien, y cuando nos hacemos cargo de nuestros sentimientos y emociones, cuando nos ocupamos de nuestra vida y dejamos de responsabilizar a otros de lo que nos pasa.

Nosotros elegimos a nuestros padres. Firmamos contratos consensuados antes de nuestro nacimiento. Desde nuestra conciencia más elevada a veces elegimos situaciones muy complicadas porque en ellas hay encerrada una gran porción de karma (o sabiduría) que deseamos "ventilar" lo antes posible.
Cuando transformamos estas experiencias en conciencia, nos volvemos más aceptadores, más comprensivos, más felices... sentimos paz. Cuando no somos conscientes de estas impresiones y no nos hacemos cargo sino que nos dejamos llevar por la inercia, podemos llevar vidas llenas de sufrimiento y de incomprensión...

Todo esto no justifica los malos tratos, un padre o madre maltratador definitivamente no es un buen padre, pero también necesita ser comprendido, también sufre en su interior, y seguramente no se sienta querido y difícilmente conozca otra manera de dar amor. Muchos maltratadores han sufrido maltrato. Y no es que en el "contrato" vayan "incluídos" los malos tratos... pero sí puede haber un trabajo mutuo con el respeto hacia el espacio y sentimientos del otro y de sí mismo, que es lo que se tiene que aprender y, al olvidar esto cuando nos encontramos en cuerpo físico, nos resulta todo mucho más difícil todavía y a menudo se complican las cosas aún más.
Algunas personas que han sufrido maltrato se han convertido con el tiempo en magníficos terapeutas o asistentes sociales, o personas que ayudan a los demás. Otras personas a quienes no se ha maltratado, pero a lo mejor han recibido una sola bofetada en su vida, pueden haber quedado muy marcadas e impresionadas por esa experiencia en concreto. Y esto es porque cada uno de nosotros traemos un bagaje de experiencias (karma) muy distinto, y lo que a algunos les puede resultar devastador, a otros les puede servir para encontrar un camino al que entregarse al mundo tras haber "rescatado" la sabiduría oculta que estas experiencias les traían.

De esto trata la alquimia sagrada, la transformación del plomo en oro, de nuestras impresiones dolorosas en sabiduría y liberación.
Mitos como el del Ave Fénix también nos hablan de nuestro poder para resurgir de las cenizas. En oriente, la flor de loto es el símbolo de este crecimiento interior del hombre, la cual nace del lodo, para convertirse en una hermosa flor. Y este lodo, en muchos casos, son nuestras raíces familiares (que nos ayudan a traer a esta vida lo que traemos de toda nuestra experiencia anterior, dándonos la oportunidad de sanar e integrar estas experiencias transformándolas en sabiduría).

Para comprender verdaderamente que elegimos a nuestros padres, cada una y cada uno debería sumergirse en un viaje interior a través de sus raíces familiares y de su relación con los propios padres. Cada proceso como cada personas es único e irrepetible, y puede llegar a ser muy complejo y con matices muy sutiles que poco a poco se irán despejando a lo largo de este recorrido...
 
Puede ser un camino muy duro y largo, pero hay que ser valiente para aprender a perdonar, dejar marchar el pasado y hacerse cargo cada uno de lo suyo, pero podemos hacerlo, y si creemos que no podemos solos, podemos contar con ayuda profesional. Sólo así podremos abrirnos a lo que nuestros padres tienen para darnos... aceptando que lo hagan a su manera. Comprendiéndonos a nosotros mismos podemos comprender a los demás un poco más.


"La herida es aquel lugar por donde la luz entra en ti"
Rumi