Todos hemos vivido el viaje del nacimiento, y todos, en mayor o menor medida, tenemos las marcas que éste "trance" ha dejado en nosotros. Es una experiencia tan intensa y profunda que afectará a todos los aspectos de nuestra vida, y que demandará atención y sanación desde nuestro inconsciente constantemente, lleguemos a estar conscientes de ello o no.
El recibir al nuevo ser en un ambiente sereno y pacífico, cuidando que las voces de alrededor o la música no suenen demasiado altas, con luz tenue para no deslumbrarle, y respetando amorosamente sus tiempos para adaptar sus pulmones a la nueva respiración (lo que implica esperar unos minutos antes de cortar el cordón umbilical), entre otros, son factores que facilitarán mucho la llegada de nuestro hijo al mundo, que es para él un cambio de dimensión en todos los sentidos.
Aprendí que la mujer da a luz, pero que es el bebé el que nace (con el esfuerzo que ello conlleva), que sólo tengo que confiar, que abrirme y permitir...
Ojalá Dios me de la suerte de poder tener un parto gozoso y de poder acompañar consciente y amorosamente a mi bebé durante su aterrizaje y su llegada a este mundo. Sé que cuento con el mejor apoyo. Tres ángeles. Alejandro, Ileana, Graciela. Sé que cuento con millones de años de sabiduría de mi cuerpo de mujer, de mi instinto, de mi fortaleza.
Ya queda muy poquito. Estoy en la semana 38... puede ser en cualquier momento... y no sé si esto es normal, pero me siento en calma y en paz... y al mismo tiempo unas ganas enormes de mirarle a los ojos, de esa primera mirada de reconocimiento... de darle la bienvenida y tocarle la manita... ¡qué poco queda ya mi amor...!
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