Como estábamos con más gente, y había actividades programadas en distintos horarios y lugares, casi siempre al aire libre, he aprendido mucho sobre los viajes con bebés.
El primer día yo quería que Nur no rompiera con su "rutina" diaria, y trataba de que durmiera y comiera regularmente, como lo suele hacer cuando estamos en casa. Sobre todo, tenía miedo de que al volver a casa todo fuera un caos. Pero claro, igual que yo estaba excitada y feliz con el encuentro y la novedad, también lo estaba ella. Así que me he dejado llevar por el flujo de lo que ha ido aconteciendo, y le abierto la puerta al "caos" por unos días. ¡Y no ha sido para tanto! Hemos podido maravillarnos juntas en el asombro de la Naturaleza salvaje, hemos reído, meditado, paseado, compartido rezos, lluvia y danzado al sonido del tambor chamánico, juntas, dos como Una.
He aprendido que, aunque suene obvio, igual que nosotros nos adaptamos a nuestra nueva situación de papás, Nur también tiene que adaptarse a los cambios y a los movimientos de los padres. Ella nos ha elegido como cuidadores, con toooodo lo que ello conlleva. Y como el universo es tan perfecto, finalmente todo encaja como un puzzle sideral. Ella come y duerme a demanda, y nosotros disfrutamos de los viajes, de la naturaleza, de las nuevas amistades y de los cambios. Como tiene que ser.Y la llegada a casa ha sido muy dulce, como si nada hubiera pasado. Y creo que ha sido poruqe la experiencia ha sido rica para las dos, y ambas la hemos podido integrar fácilmente, y porque nos ha llenado de luz y de felicidad. Pronto tenemos otro viaje, un poco más largo, un poco más lejos. Estoy abierta a adentrarme en el caos, siempre con mi hija, siempre con Amor indescriptible...
1 comentarios:
Enhorabuena, siempre habías dicho que querías seguir viajando cuando tuvieras hijos, y ella tiene suerte de tener una madre aventurera.
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