En un hospital, difícilmente hubiera podido tomarme tanto tiempo para parir (o Nur para nacer, depende de por dónde se mire). Para empezar, seguramente me lo hubieran adelantado al viernes, que es lo que se suele hacer para evitar las guardias en fin de semana.
Por otro lado, me ahorré un rasurado, un enema, un goteo de oxitocina artificial para acelerar las contracciones que hubiera causado contracciones más dolorosas e intensas, epidural y posible episitiomía. Además de, entre otras cosas, el estar tumbada en una camilla con las piernas abiertas y expuesta a que cada dos por tres una persona diferente me hiciera un "tacto" vaginal, soportando la molestia de las contracciones en la misma postura, sin poder comer, ni beber...
Es posible tener un parto natural y humanizado en el hospital, en algunos hospitales se respeta a la parturienta y sus ritmos, pero en España todavía son muy pocos y hay que tener suerte, como la que han tenido mis amigas mallorquinas, quienes han parido todas en el hospital de Manacor. En Mallorca también se respeta el parto natural en el hospital de Son Llatzer y últimamente en el de Inca, donde ahora hay hasta una bañera de partos.
Yo he parido en Madrid, donde la mayoría de los hospitales salvo unos pocos, tienen unos rígidos y duros protocolos hospitalarios que respetan muy poco a la parturienta, y mucho menos al bebé. A la mujer que va a dar a luz se la trata como a una enferma, se le sienta en una silla de ruedas y luego se la tiene tumbada (que es como más duelen las contracciones) con las piernas abiertas, sin poder comer ni beber, mientras que a cada rato aparece alguien para hacerle un tacto.
Al dar a luz en mi casa, pude disfrutar de estar con mi pareja donde me iba apeteciendo en cada momento, del calorcito de nuestra cama, del olor familiar a incienso, de entrar y salir de la bañera, de comer y beber cuanto y cuando quisiera (aunque estando de parto se me fue el apetito), de cambiarme de postura las veces que lo necesité, de la pelota de partos (¡bendita!), de tomarme mi zumito de placenta... y sobre todo, Nur nació en un entorno mínimamente agresivo para ella, donde las luces brillaban muy tenues, las voces y los sonidos eran suaves y amorosas, y donde el contacto con su madre fue facilitado desde el primer momento, pudiendo dormir juntas, en la misma cama, piel con piel, para que su llegada a este mundo se realizara suavemente...
Mis amigas me preguntan si dolió...
Durante los nueve meses del embarazo, intenté preparame para un parto sin dolor, placentero y gozoso (también me preparé mentalmente por si finalmente tenía que ir al hospital, aceptándolo de antemano, pues hubiera sido por causa mayor), pero sobre todo, quise llegar al día del parto relajada y con conciencia. Creo que este punto es el más importante. Se puede parir en un hospital con mucha conciencia, y tener un recuerdo maravilloso de ese momento.
Mis amigas me preguntan si dolió...
Durante los nueve meses del embarazo, intenté preparame para un parto sin dolor, placentero y gozoso (también me preparé mentalmente por si finalmente tenía que ir al hospital, aceptándolo de antemano, pues hubiera sido por causa mayor), pero sobre todo, quise llegar al día del parto relajada y con conciencia. Creo que este punto es el más importante. Se puede parir en un hospital con mucha conciencia, y tener un recuerdo maravilloso de ese momento.
Así que sobre el dolor puedo decir que a mí sí me dolieron las contracciones, y que mi parto fue diferente a cualquier cosa que hubiera podido imaginar... no necesité puntos, y para mí fue naturalmente maravilloso. Humano, salvaje, íntimo y misterioso. Un rito de pasaje del alma, una iniciación, cuya forma no se revela hasta que se vive, con conciencia, con intensidad, con amor.
Hablando de mi experiencia personal, sí hay dolor, pero no tiene por qué haber sufrimiento. El trascender el dolor, el ir más allá de una misma, del miedo, de la idea preconcebida de cómo debe ser el parto, de nuestras creencias... es una iniciación que merece ser vivida con toda la conciencia, con cada célula y con cada centímetro de piel que se estira y en algunos casos llega a romperse... como la estructura emocional de la mujer, que ya se convierte en madre para toda la vida.
Me gusta mucho cómo habla del parto Laura Gutman, psicoterapeuta especializada en maternidad, lactancia y vínculos familiares y autora de varios libros muy recomendables para mamás y futuras mamás. Este es un extracto de su libro "La maternidad y el encuentro con la propia sombra":
"[...] Es una pena que la mayoría de los partos los atravesemos con muy poca conciencia de nuestros poderes y limitaciones, ya que vivirlos a pleno nos permitiría también quebrarnos a pleno. Porque el parto es eso: un corte, una apertura forzada, igual que la irrupción de un volcán que gime desde las entrañas y que al despedir sus partes profundas rompe necesariamente la aperente solidez, creando una estructura renovada. [...]
Atravesar un parto es preparase para la erupción del volcán interno, y esa experiencia es tan avasalladora que requiere mucha preparación emocional, apoyo, compañía, amor, comprensión y valor por parte de la mujer y de quienes pretenden asistirla.
De manera lamentable, hoy en día consideramos el parto como un acto puramente corporal y médico. Un trámite que, con cierta manipulación, anestesia para que la parturienta no sea un obstáculo, drogas que permiten decidir cuándo y cómo programar la operación, y un equipo de profesionales que trabajen coordinados pueda sacar al bebé corporalmente sano y felicitarse por el triunfo de la ciencia. Esta modalidad está tan arraigada en nuestra sociedad que las mujeres ni siquiera nos cuestionamos si fuimos actrices de nuestro parto o meras espectadoras. Si fue un acto íntimo, vivido desde la más profunda animalidad, o si cumplimos lo que se esperaba de nosotras."
Me gusta mucho cómo habla del parto Laura Gutman, psicoterapeuta especializada en maternidad, lactancia y vínculos familiares y autora de varios libros muy recomendables para mamás y futuras mamás. Este es un extracto de su libro "La maternidad y el encuentro con la propia sombra":
"[...] Es una pena que la mayoría de los partos los atravesemos con muy poca conciencia de nuestros poderes y limitaciones, ya que vivirlos a pleno nos permitiría también quebrarnos a pleno. Porque el parto es eso: un corte, una apertura forzada, igual que la irrupción de un volcán que gime desde las entrañas y que al despedir sus partes profundas rompe necesariamente la aperente solidez, creando una estructura renovada. [...]
Atravesar un parto es preparase para la erupción del volcán interno, y esa experiencia es tan avasalladora que requiere mucha preparación emocional, apoyo, compañía, amor, comprensión y valor por parte de la mujer y de quienes pretenden asistirla.
De manera lamentable, hoy en día consideramos el parto como un acto puramente corporal y médico. Un trámite que, con cierta manipulación, anestesia para que la parturienta no sea un obstáculo, drogas que permiten decidir cuándo y cómo programar la operación, y un equipo de profesionales que trabajen coordinados pueda sacar al bebé corporalmente sano y felicitarse por el triunfo de la ciencia. Esta modalidad está tan arraigada en nuestra sociedad que las mujeres ni siquiera nos cuestionamos si fuimos actrices de nuestro parto o meras espectadoras. Si fue un acto íntimo, vivido desde la más profunda animalidad, o si cumplimos lo que se esperaba de nosotras."
4 comentarios:
Me ha encantado el vídeo, aunque al comparar lo que recomiendan con lo que realmente se hace en los hospitales resulta tan triste...
ya... pero hay muchas mujeres y hombres que están cambiando, es una revolución silenciosa, pero todos los niños que están teniendo un parto respetado harán el cambio...como siempre, ¡hay esperanza!
De 8 años aquí ha cambiado todo mucho, somos más lo padres y sobre todo madres que exigimos ser las dueñas de nuestro parto. Como bien dices, nuestros hijos terminarán por hacer el cambio.
Mi hijo nació hace 8 años, mi marido y yo queríamos un parto alternativo, nuestras opciones eran en casa o en el agua, habíamos contactado con el Hospital Acuario de Beniarbeig, (nosotros vivimos en Madrid). La gente nos decía que estábamos locos, pero no nos importaba.
Aunque no todo es como se espera, mi hijo decidió nacer 6 semanas antes (el día anterior que habíamos elegigido para viajar a Valencia a esperar su nacimiento), nació en el Hospital Severo Ochoa de Legané, Madrid.
Igual que el embarazo resultó ser lo más bonito de mi vida... el parto fue algo terrorífico, me robaron mi parto, lo destrozaron y me destrozaron a mi. Estuve 18 horas de parto, 18 horas tumbada sin moverme con las piernas abiertas, enganchada a un montón de cables. Me pusieron oxitocina nada más entrar por la puerta, me hicieron la episitiomía (algo que yo había dejado claro que no consentía). El echo es que no he sido capaz de tener un segundo hijo porque no he llegado a superar ese parto, y me costó muchísimo tiempo medio superar ese trauma y volver a ser una mujer.
Ahora, siempre que una amiga me dice que está embarazada, la informo de que ella es la dueña de su parto, y cada vez son más que deciden de verdad hacer lo que ellas desean.
Hola Rocío,
Como me suele pasar, leo este comentario demasiado tarde. No sé si llegaras a leerlo en algún momento...
Tu experiencia es la de muchas mujeres, en España todavía tienen que cambiar muchísimas cosas, vivimos en un país de ginesaurios.
¿No has contactado con ningún grupo de madres?
Creo que los grupos de apoyo entre mamás son muy buenos para ayudar a sanar las heridas de un parto o de un post-parto difícil...
También creo que todavía estaría a tiempo de sanar tus heridas y que tienes derecho a tener otro parto feliz y respetado.
Seguro que en estos 8 años has podido comprender muchas cosas... hay un excelente libro que profundiza mucho en las emociones y en la salud femeninas así como e nuetsra sexualidad; es un libro de la Dra. Christiane Northrup llamado "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer"... por si te puediera ayudar...
Un abrazo cariñoso,
Noraya
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