Lo que da de sí 1 mes (de vacaciones y en Mallorca)

Acabamos de regresar de nuestro segundo verano en Mallorca. Hemos pasado un mes allí, descubriendo a través de los ojos de Nur la tierra donde nací y me crié, disfrutando como ella de verlo todo por “primera vez” (para ella el año pasado no cuenta, jeje).

Y este mes ha dado muuucho de sí. Así, contado rápidamente…

Nur ha recorrido la finca subida al triciclo que le regalaron los abuelos sin perder detallede nada: de los árboles frutales, de las piedras, de los bichos, de las nubes, del avión que pasaba en ese momento, de los perros de la vecina, de las gallinas del vecino, de una mosca que se le ponía en la mano, de las buganvillas, los olivos…
Ha tenido el gusto de subirse por primera vez a un tractor, de montar en los cochecitos de la feria, de comer algarrobas que ella misma cogía del árbol, los mismo que las ciruelas y las manzanas, de llenarse el cuerpo de barro y dejarlo secar al sol, de disfrazarse, de pisar la tierra descalza, de recolectar piedras y hierbajos, de hacerse amiga de un burro, de disfrutar con nuestro amigo Manel de sus sesiones de dj´, de echarse unas siestas con el sonido de las cigarras y el rumor de las libélulas de fondo, de balancearse en la hamaca, de oler las rosas (y pincharse, pobrecita)…

Nur ha “descubierto”, otra vez, con los seis sentidos, LA PLAYA. Ha jugado en la arena, ha hecho figuras, las ha destruido, ha visto pulpos, peces, ha visto las cabras en el monte mientras ella hacía castillos en la arena con su padre, ha llorado por no poder ir con ellas... ha visto barcos, se ha bañado con el perrito Pancho, le ha tenido miedo al mar, se ha reconciliado con él, ha jugado en sus aguas, ha "saltado" las olas, ha llenado y vaciado el cubo mil veces, se ha llenado todo el cuerpo de arena, ha dormido siesta en la playa debajo de una sombrilla, ha conocido a las “rocas”, ha cojido caracolas, conchas y piedrecillas… ¿se puede pedir más?

¡¡¡Sí!!! Comer Quelitas, probar el pamb´oli, jugar con una pelota, disfrutar viendo como su padre hace pompas de jabón, ver atardecer en Cala Mesquida, ir en pelotas todo el día, descubrir el olor de la lavanda y de la hierbabuena, jugar con Llamp, bañarse en la piscina de los abuelos y disfrutar de su compañía y de sus mimos, caminar descalza por el bosque, que te lean el mismo cuento una y mil veces sin cansarse, comer paella y chuparse los dedos, conocer a Mariona (¡y su habitación rosa!), conocer a Mª Inés (¡a las dos!), aprender a “saltar” en la cama de los papis, pasar tooodo el día con ellos (con los dos)…

…Y es que un mes de vacaciones da para mucho, y sobre todo si se tienen 15 meses y solamente existe el momento presente, lleno de posibilidades, de nuevas sorpresas, experiencias táctiles, sonoras, visuales y olfativas. Para nosotros, ver el mundo a través de los ojos de nuestra hija es tomar conciencia de los detalles y darles una historia.
Y es que Mallorca es lo que tiene, que te puedes perder en la tranquilidad del campo y de sus agua turquesas respirando el olor de los pinos, mientras el mundo gira y te invita a celebrar la feria de la vida.