lunes, 9 de julio de 2012

Gracias por enseñarme a volar

Mi querida hijita, mi tesoro grande y hermoso... cómo darte las gracias por enseñarme tanto...

Hoy era uno de esos días en los que necesito meterme hacia adentro, en mi cueva, en mi soledad sagrada... no me apetecía ni jugar ni reir contigo, ni hilar tus historias con las mías, solamente quería econtrarme a solas. He hecho todo lo posible por encontrar a alguien con quien dejarte esta tarde, pero la Madre Divina, en su inmensa sabiduría y amor, ha hecho que finalmente me quedara contigo hoy. Mientras yo tenía mi lucha interior, tú me enseñabas con tu risa, tus bromas, tus hilarantes descubrimientos, con tu fuego precioso y expresivo. "¡Mamá, mami, mamita, ven!" Y en algunos momentos me ha faltado amor. Y lo he podido ver. Al menos.

Cuando claramente he sabido que nos íbamos a quedar toda la tarde juntas, primero he querido huir, he querido escapar corriendo, salir de mi cuerpo, pero en seguida me he propuesto aceptar "lo que es", transmutar "eso", esa sensación antigua, ese egoísmo y esa cobardía que a veces se quiere imponer... así que he tomado las riendas, y con mucho amor le he dado la vuelta a la tortilla. Entonces tu risa ha empezado a brillar en la oscuridad, en mi penumbra, y el sonido de tu voz a sonar a música celestial. Y al salir de tu boca la palabra "mamá", mi corazón ha empezado a saltar de alegría, y he recuperado la completa certeza de que estar contigo es lo más sagrado y precioso que puedo hacer en estos días, que estar contigo llena mi alma de un amor tan inconmensurable que mi alma casi puede volar, que estar contigo devuelve a la vida cada célula de mi ser, que renazco cada vez que nos miramos fijamente y viajamos juntas a nuestro mundo particular...

Ahí descubro en mí a la madre severa, amarrada y amargada, para quien "sacrificio" significa "pérdida (de una misma -falso-) y dolor", y entonces el Amor, a través de tí, gran maestra,  me recuerda que "sacrificio" es el oficio de hacer que cada momento sea sagrado, de honrarlo, de entregarse a él.
Y recuerdo que precisamente para recordar esto tatué tu nombre en mi brazo: Nur. Luz. Luz divina. نور. Luz que ilumina mi camino cuando me pierdo.

Entonces mi mente y mi corazón se iluminan con tu luz, con tu Nur...
Una vez más, gracias princesa Nur. Gracias, gracias, gracias.


*Nuestros hijos solamente quieren y necesitan nuestro amor, no necesitan grandes cosas, grandes juguetes, espectaculares salidas. Solamente nuestro amor presente y disponible. y disponen para reclamarlo de muchas maneras, unas más sutiles, otras menos, pero que solamente debemos interpretar como lo que son: "¡Mamá, mami, mamita, ven!"
Ese es uno de los misterios de la maternidad: desde afuera, el sacrificio se ve duramente, mientras que una vez que somos m-padres, y nos abrimos a ello, descubrimos que se trata del oficio sagrado de entregarse y de honrar cada momento. Este es mi destino como madre, mi Maktub.