Cuando los ojitos de Nur miraron el mundo por primera vez y nuestra
mirada se fundió por un tiempo infinito, parecían decir: "aquí estoy".
¡Por fin entre nosotros, con su cuerpecito, aquellas manitas abiertas y
aquel rostro divino!
A la misma hora de la publicación de este post, a las 00:02 horas del 19 de abril, nació mi linda flor. Hoy hace dos palpitantes y maravillosos años.
Esta
tarde pasaba por unas tiendas de ropa de moda, mirándolas de refilón,
sin apenas un minuto para entrar, pensando "¿cuánto tiempo hace que no
me compro ropa chula?". La respuesa, muy clarita: dos años. He seguido
mi camino hacia Imaginarium a comprar el regalo de cumpleaños de Nur,
sin querer entretenerme demasiado con ese pensamiento, priorizando, como
vengo haciendo en estos últimos 24 meses. Priorizando, priorizando,
priorizando.
Podría distinguir bastante bien entre los primeros 18
o 19 meses, en los que he estado inmersa en un extraño y fascinante
viaje sin retorno llamado puerperio, y los últimos 4 o 5 meses, en los que he sentido resurgir una creatividad y entusiasmo nuevos, esta vez más hacia mi vida interior y mi vocación. Estos últimos meses he vuelto a sentir que, además de madre, también soy mujer.
Que tengo mi propio camino. Y que esto no es un parón, sino una
apertura más grande hacia el amor, una experiencia de valor incalculable
que me está sirviendo para crecer, mientras voy medio desarreglada,
despeinada, corriendo con mi peque "aúpa" de aquí para allá. He visto
que aprender a amar como madre, así como el sentirse amda como madre,
abre literalmente nuevas dimensiones de confianza y entrega a la vida.
Y el tomar conciencia de esto, me está dando muchas alegrías, que revierten en Nur, quien acaba de dar su último estirón con una gripe y fiebre de aquí te espero.
En
estos dos años, me he abierto a la entrega incondicional al otro,
aunque siempre surge alguna resistencia, que voy ventilando como puedo,
porque ahora el mundo ya no se para para que yo pueda trabajarme esto o
aquello, sino que tengo que ir haciéndolo sobre la marcha, cambiando un
pañal, jugando al escondite, acompañando a Nur mientras come o se
acuesta muy pegadita a mí... mientras trato de hacer que nuestro día sea
mágico y precioso, lo que a veces consigo y otras estropeo.
Hay cosas que sólo las puede entender quien ha sido madre.
El por qué apenas salgo, al por qué apenas veo a gente querida, el por
qué apenas me importa repetir modelito constantemente (aunque confieso
que esto nunca deja de importarme del todo), el por qué voy conla lengua
fuera casi todos los días, el por qué sueño con dormir de un tirón o
levantarme a mediodía, el por qué se me olvidan las cosas y encima me da
igual.
A nuestra linda flor cada día se la ve más
estusiasta, más feliz, más empática, más divertida. Le encanta aprender y
cada día nos sorprende con alguna palabra nueva o alguna observación
curiosa. ¿Puede haber algo que me importe más en este momento? Claramente no.
Nuestra
estrella cumple hoy cumple 2 años. Y aunque le encanta hacerse mayor y
disfruta con todas las cosas que puede hacer (y se cabrea con las que
no), también le asusta.
Sigue durmiendo con nosotros (ella y sus terrores nocturnos), continúa
siguiéndonos a todas partes por la casa, seguimos oyendo "papi", "mami"
(o "mái", como nos llama últimamente) como 1000 veces al día, y somos
consientes de que todavía queda un tiempo de apego tremendo, de
necesitarnos mucho, de ir a todos lados "aúpa", de miedo a hacerse
mayor. Y poco a poco vamos caminando, padres e hija, a pasitos
silenciosos y firmes.
Desde ayer, a un día de cumplir
los 2, Nur ha aprendido a decir "aquí estoy". Me encanta. Porque hay
personas que no llegan a decirlo nunca, y creo que todos, alguna vez,
tendríamos que subirnos a una silla, como ha hecho Nur esta tarde en Le
Pain Quotidien, y decir "AQUÍSSSTOY". Sí señor, ¡ésa es mi niña!
jueves, 19 de abril de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)