martes, 10 de enero de 2012

Entierro de mi placenta (y con ella, mi puerperio). Mi duelo


Ayer enterré mi placenta.
Ayer, dia de Reyes, le entregaba a la Tierra este pedazo de mí, que nació para albergar y nutrir la vida de mi pequeña, y que fue parida poco después que ella, como si fuera su hermana, con el mismo cansancio, con la misma intensidad, en la misma intimidad de nuestra cama. En Malaysia, la tierra de mi padre y en Sumatra, de nuestros antepasados, se cree que la placenta tiene espíritu propio y se la considera como la hermana mayor del bebé. El ritual de enterrar la placenta es ancestral, se remonta hasta la primera madre, y todavía se practica en muchas culturas, aquellas que no han perdido el contacto con lo invisible...

Después de 21 meses en el congelador,  por fin llegó el momento. Pude haberla enterrado antes, en la sierra de Madrid, o en mi amada sierra de Gredos, pero quise hacerlo en nuestra casa mallorquina, donde fue concebida hace dos veranos mi querida Nur, cerca de los almendros y de los olivos que la rodean. De alguna manera quería que el alma de Nur quedara vinculada a la tierra de nuestros ancestros, ya que nosotros no vivimos allí. Porque algo de nosotras se quedó en la placenta, un pedacito de alma,  el espíritu de las diez lunas de la gestación de mi hija. En el mismo hoyo que cavé, junto a la placenta, planté árbol muy bonito cuyo nombre no recuerdo, pero que podremos ver este verano desde nuestra cama, y que tiene flores de color fucsia durante todo el año.
 
Con la placenta enterré también mi puerperio, aquel que me ha acompañado casi 20 meses... ese estado de fusión emocional con mi hija, esos meses de gran sensibilidad y creatividad tan extraño y envolvente, de entrega en silencio, de integración amorosa con mi pequeña, que me ha tenido inmersa en el asombro todos estos meses. Un estado de caos interior y desorientación suavizado y matizado por un creciente amor tan amplio e inmenso que empeñecía cualquier preocupación.
Hay mujeres que echan de menos el estar embarazadas, otras echan de menos tener a sus bebés en brazos... yo creo que echaré un poco de menos mi puerperio. Porque con altos y bajos, he tenido un puerperio feliz. Y de nuevo, tengo mucho que agradecer a la vida por haberme permitido disfrutar de ello, por haberme sentido cuidada y protegida por Alex y por un par de personas más sin quienes estos meses no hubieran sido lo mismo. Ellos son mi pequeña tribu, a quienes agradeceré siempre, porque también...
Ha habido momentos de dudas, de desconcierto, de soledad, de desamparo... he experimentado una creatividad sin límites, una entrega que desconocía, una alegría y una mirada nuevas,... y por fin, un desapego extraño de algunas cosas que me causaban tristeza hasta lo más hondo.

Ahora sólo me importa mi familia, y el amor que puedo llegar a experimentar a través de ella. Así es este momento de mi vida.
Creo que fue así como pude reconocer el fin de mi puerperio: una extraña calma se fue apoderando de mí, y dejé de sentir la incertidumbre que tan sólo unos meses antes me hacía plantearme mi vida desde otro prisma. Reconocí que el puerperio había terminado porque empecé a aceptar plenamente este momento de hacer sin hacer, este momento de invisibilidad, y me dí cuenta de que al hacerlo, una nueva creatividad empezaba a fluir, una creatividad interior, la sensación de poder hacer lo que quiera, la seguridad de que estoy donde estoy porque así lo elijo, porque así tiene que ser...

Poco a poco mis hormonas y yo nos hemos ido relajando, y me siento más cómoda y asentada en esto de ser madre. Más calmada... El haber ido encontrando pistas para una crianza basada en el amor desde el respeto, me ha hecho crecer como mujer y como persona. Siento una alegría nueva y vibrante, esa es la verdad.
También voy conociendo la personalidad de Nur, lo que le mueve, lo que le hace saltar de alegría. Me tranquiliza saber que puedo contar con ella, y ver que ella sabe que puede contar conmigo. Hay un punto de conexión, en la mirada, en el gesto, en la conciencia de ambas, que me dice que lo estoy haciendo bien, que me puedo equivocar, pero que estoy creando un espacio de comprensión y de respeto muy fértil, en el que poco a poco veo frutos, y que éstos crecerán y darán más frutos.

Hay algo más... el entierro de ayer fue acompañado de un fuerte viento, la tramuntana se llevaba el pasado y también los días más grises de estos meses... días de fusión con mi bebé que ya no podré recuperar, algunos de estos días en los que volvería atrás para poder disfrutar más libremente con mi hija y mi amor. Es un tiempo que se va, y que, como dice la canción, en algún momento tendré que llorar... La placenta ya está enterrada, y con ella unos meses llenos de una experiencia tan íntima y veraz que bien merece unas lágrimas de duelo y de gratitud...


Mi corazón me recuerda que he de llorar
por el tiempo que se ha ido, por el que se va.

agua del tiempo que corre, muerte abajo,
tumba abajo, no volverá.

me muero todos los días
sin darme cuenta, y está
mi cuerpo girando 
en la palma d ela muerte
como un trompo de verdad.

hilo de mi sangre, ¿quién te enrrollará?

agua soy que tiene cuerpo,
la tierra beberá.

fuego soy, aire compacto,
no he de durar.

el viento sobre la tierra 
tumba muertos, sobre el mar.
los siembra en hoyos de arena, 
les echa cal.

Yo soy el tiempo que pasa,
es mi muerte la que va
en los relojes annando hacia atrás.

17 comentarios:

Mother Power dijo...

que hermoso!!!!!!

Ishamommy dijo...

Qué belleza, felicidades por esta nueva etapa :)

Mar Briones dijo...

Me ha encantado!!! Es precioso todo lo que cuentas y todo lo que has experimentado junto a tu pequeña... Ojalá todas las madres pudieran experimentar lo mismo (o parecido, a su manera) lo mismo junto a sus hijos. Creo que las cosas serían muy diferentes entonces...

Noraya dijo...

Hola Mar,
Cada experiencia es única e irrepetible, y el amor de una madre, de Dios, d ela Gran Madre que nos abraza a todas, es infinitamente creativo y rico, dispuesto a regalarnoa a cada una y a cada uno una experiencia gozosa y rica en matices...

Yo no te desearía que experimentes lo mismo que yo, porque lo he pasado muy mal y he tenido que aprender del dolor y en algunos casos a convivir con él... La experiencia de la maternidad, sin embargo, me está abriendo un camino nuevo, que espero saber aprovechar y disfrutar.
Te mando un abarzo enorme y bendiciones!!

Noraya dijo...

Isha, Motherpower...!
Los rituales que nos unen y nos conectan más a la Tierra siempre son hermosos, nos devuelven a la realidad de quienes somos y nos conectan con la belleza de los mundos invisibles y con la abundancia de la Tierra y de Dios...
Esta belleza siempre está en los ojos de quien mira...

Un abrazo a acada una!

Laura Martínez Hortal dijo...

Precioso. Gracias por compartir tu sentir. Yo estoy en un momento parecido, mi hijo tiene 20 meses. Si te apetece pásate por mi blog: http://femeninoyplural.blogspot.com/
Un abrazo

pao dijo...

Noraya que lindo lo que hiciste! Te felicito! Me transmitiste mucha PAZ!

Noraya dijo...

Hola Laura!
Qué ilusión me ha hecho entrar en tu blog! Parece que tenemos unas cuantas cosas en común! También me considero una "divulgadora del poder de la mujer", pero no se me había ocurrido llamarlo así. Pues sí que parece que nos encontramos en un momento parecido... a ver si encuentro ratitos para ir buceando por tu espacio-blog, que me suena muy muy bien! :D

Un abrazo y gracias por pasarte por aquí!

mireia dijo...

muy xulo lo que has hecho....
creo que el árbol que dices es la buganvilla.
Un saludo

Noraya dijo...

jajaja no, no es la buganvilla, la conozco muy bien y me encanta pero es otro tipo de arbusto!
Pero podemos jugar a las adivinanzas! ;-)

Un saludo Mireia!

Derya (Mamás que miman) dijo...

Noraya es la primera entrada tuya que leo y ya siento una profunda conexión con tus emociones. Me ha encantado sentirte en éste momento tan mágico... Un beso cariñoso!!

Carol dijo...

Me ha encantado.
Y al leerte pienso que me hubiese gustado también hacer ese ritual con mi placenta, esa que nisiquiera llegué a ver y que me hubiera gustado llevarme a casa.
Un abrazo

Noraya dijo...

Hola Derya,
Me encanta esa conexión, te invito a drate un paseo por el blog, las libélulas siempre nos aportan nuevas formas de ver la vida...

Te abrazo preciosa!

Un abrazo para tí también Carol!

Una madre Pikler dijo...

Yo siento lo mismo que Carol, me hubiera gustado a mi también hacer ese ritual! pero bueno no fue, no pudo, no sabía que se yo! lo bueno que es que ahora lo descubri, lo comparto... lo disfruto por vos.... un beso grande, grande a vos, a tu placenta y a nur....con carino, lucre, juan y lu

ANA VELILLA dijo...

muy bonito Noraya!! No sabía que escribías tan bien y tantooo!!! Espero verte pronto. Un beso para NUR y para TÍ.

Unknown dijo...

Holaa me encanta este post!!! <3 <3
Me pasa casi lo mismo, estoy a punto de enterrar mi placenta y sentí una bella conexión con tu historia.
Tengo una pregunta..
¿Cómo entierro mi placenta, debo curarla o algo? ¿Ponerle cal o enterrarla así congelada como esta? ¿puede ser una maceta o tiene q ser muy profundo el hueco?
Mil gracias

Un abrazo!! me encanta este post :)

Noraya dijo...

Hola!!
La placenta no necesita curación, yo la enterré fresca, descongelada, puramente en contacto con la tierra, así es como alimenta a la tierra y es absorbida por la misma...
Un abrazo!!

Noraya

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