martes, 31 de enero de 2012

"La mejor preparación al parto...

... es la confianza". Michel Odent

Hace poco, leyendo el libro "Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer", tuve la oportunidad de rememorar mi parto, y lo más sorprendente, de tomar conciencia y por tanto sanar algunos cabos sueltos que me habían quedado, de los cuales hasta ese momento no había sido plenamemente consciente.
Creo que una de las razones por la cual tuve un parto largo y en algún momento difícil, fue porque no me había preparado para el "dolor". Quería un parto orgásmico, o mínimamente placentero, pero no quería saber nada de ese "dolor" ni trabajar con él.
Yo quise prepararme para el parto de la manera más sencilla y pura que encontré: trabajando la confianza en la vida, en la sabiduría de mi cuerpo y la conexión con mi bebé.


No quise entrar en temas fisiológicos. Apenas leí 3 o 4 libros sobre lo que estaba viviendo, y no quise informarme más. Tampoco lo hice con la lactancia, creía que debía ser algo natural y que fluiría sin problemas. Ahí me equivoqué a medias, obvié la complejidad de las emociones de la madre y la desconexión que las mujeres tenemos de nuestro cuerpo. Tampoco quise profundizar en la verdadera razón por la cual no pude dar el pecho a Nur, por razones que me guardo para mí.

Cuando leí el libro de la doctora Northrup, quise volver a parir. Así, sin pasar por el embarazo ni nada, solamente parir. Volver a experimentar ese momento tan íntimamente poderoso y lleno de majestuosidad. La majestuosidad de la mujer que se encuentra con su mirada y su ser totalmente hacia adentro, magníficamente conectada con su bebé, perfectamente consciente de la organicidad de su cuerpo, sintiéndolo plenamente con sus sentidos internos... íntimamente conectada con su bebé. Comprendí algunas cosas sobre mi parto y me ví capaz de tener un parto orgásmico la próxima vez... o al menos de disfrutar corporalmente de la experiencia y abrirme al misterio completamente (pues creo que cada parto es una sorpresa, una nueva iniciación...)

Ahora sé que el "dolor" del parto no es un dolor normal. es decir: no me está avisando de que algo está mal (esta suele ser la naturaleza del dolor, avisarnos de que anda no funciona como debería). El dolor del parto no se produce porque algo ande mal, sino que es nos habla de una conexión con partes de nuestro cuerpo que normalmente no sentimos ni somos conscientes de que están ahí, y de una necesidad de conectar con una mirada profunda a nuestro interior. Es posible que cuando sentí el "dolor" de las contracciones, aflorara de mi inconsciente la creencia de que algo podía ir mal, y entonces, mi parte más guerrera que está acostumbrada a controlar, quisiera asumir el mando, alargando así todo el proceso de parto.
Creo que es muy posible que me pasara algo así durante la labor del parto, aunque esto ocurre a un nivel tan íntimo que apenas lo he vuelto a pensar desde entonces.
Por eso , la próxima vez que me quede embarazada, sí me gustaría saber más sobre la fisiología del parto, para poder entrar en ella y conectarme con mi cuerpo y no sentir miedo cuando venga ese "dolor".
Ayer me llegó la información de un taller que va a dar en Madrid Yolanda Caballero, doula, y cuyos contenidos serían para mí de máximo interés:

El objetivo del taller es el aprendizaje durante el proceso de Embarazo y Parto.

-Contacto con una misma, la pareja y el bebé.
-Conciencia vivencial del espacio por donde pasará el bebé para nacer
-La participación de la pareja.
-Aliviar zonas propias del embarazo.
-Aumentar el umbral del dolor.
-El uso de la mirada interna.
- La voz, Sonido: Emisión de la O, A y U.
-Aprender a dirigir la fuerza del pujo.
-La Respiración.


Hace poco una amiga embarazada me decía que quería saber "cómo reaccionar ante un parto no intervenido", y yo escribí lo siguiente: 
"Ante un parto ´natural´, respetado y sin intervención, no hay otra forma de reaccionar que confiando plenamente en el proceso, y (y esto es muy importante), conectando con nuestro bebé, tratando de transmitirle paz, seguridad y confianza. Lo demás viene solo. En ese momento nos olvidamos de todo lo que hemos leído, de todo lo que creemos que sabemos, y sencillamente cada una vive a su manera este estar “entre los mundos”, este nacimiento no sólo de nuestro bebé, sino de una misma como madre. "

Es muy posible que más adelante tenga otro hijo, y entonces volveré a leer el "Rumor de las Libélulas", y a recordar mis palabras, y a recordar lo que sentí cuando leí a la doctora Northrup. Mientras tanto, me quedo con esta vivencia y este nuevo aprendizaje, 21 meses después de haber dado a luz a mi preciosa Nur:
"La mujer en el parto debe sentirse grandiosa, poderosa" Emilio Santos, ginecólogo.

viernes, 27 de enero de 2012

La cesta de los tesoros

Me encanta jugar con Nur y descubrir nuevas formas de sorprenderla y de pasárnoslo bien. Fue a través del blog de Marina "Pell a a pell" donde encontré la idea de las cesta, y más tarde a través de otros blogs, nuevas ideas para hacer más cestas y jugar con lo que tenemos en casa, como las cajas sensoriales.
Es una forma de recoger todos los pequeños objetos que le atren a Nur, todos los pequeños juguetes que andan siempre desperdigados por la casa, debajo del sofá, enterrados en sus cajas de los juguetes... de esta forma, los cgrupo en temas que tienen que ver entre sí (o no), y los meto en bolsitas de diferentes colores. Estas bolsitas las meto en la cesta de los tesoros, y queda más o menos así:

La cara de Nur cuando ve la cesta es pura sorpresa, pura diversión, mientras yo me lleno de ternura observando cómo va abriendo cada bolsa con sus deditos tan pequeños todavía, y como va ejercitando su motricidad fina, al mismo tiempo que se dibujan caras de puro asombro en ese rostro que ya amo tanto, mientras la compaño cuando dice: "Óooohhh!"

Cositas que puedo meter en una cesta: un mini libro, una mini linterna, confeti, serpentina, un espejito, un muñequito de ghoma que hacía tiempo que no veía, el cepillo de la muñeca, uno o varios cochecitos, una brocha de empolvar e mamá, un cepillo, algún objeto interesante de la cocina, algo de comida que le guste mucho o fruta tipo ¡fresas!, pulseras, collares de mamá, rollos de hilo, conchas, caracolas, piñas, juguetes pequeños de tela, objetos de su cocinita...  libélulas... :)

jueves, 12 de enero de 2012

Afrontando la pérdida del mundo celeste (parte II)


Hoy hemos estado en la consulta de Mónica, la pediatra de Nur. Los motivos han sido varios y distintos, pero finalmente unidos en un mismo trazo: en cómo está afrontando nuestra pequeña Nur la pérdida del mundo celeste, y algo muy importante para las dos: nuestra "separación" emocional. El dejar de estar fusionadas para cruzar un nuevo umbral... (sabíamos que esto no iba a durar siempre, ¿no?)

A tres meses y medio de cumplir 2 años, tiene 6 dientes y 4 muelas. Todavía le tienen que salir el resto, más los colmillos. Como nos ha explicado Mónica, la salida de los dientes y de las muelas está relacionada con el "tomar tierra" de nuestros hijos. Hasta ahora, Nur y yo hemos vivido fusionadas, y todavía lo estamos, y aunque yo ya no me siento puérpera, Nur todavía no tiene conciencia de su "yo" separado de mamá (aunque ya empieza con el "mío", todavía habla de sí misma en tercera persona), y en este proceso de "separación", el cuerpo de Nur está experimentando cambios, que a veces me pillan de sorpresa y totalmente desprevenida, para variar ;-)

Primero han sido las pesadillas nocturnas de los 2 últimos meses, el despertarse llorando por las noches, y por consiguiente el regreso a nuestra cama, entre nosotros dos, donde se serenaba y podía dormir mejor aunque todavía tuviera sueños molestos y pesadillas. Esto nos llegó de improvisto , pues ya llevaba 8 meses durmiendo en un colchoncito pegado al nuestro, tan feliz, y nosotros nos habíamos acostumbrado otra vez a tener toda la cama para nosotros.
También me sorprendió que, de repente, Nur tuviera pánico al agua de la piscina. Todos estos meses ha estado disfrutando de ello, jugando y nadando hecha una campeona, especialmente en verano. Pero últimamente, no quiere soltarse de mí, no quiere estar sola flotando, le aterra nadar, y se agarra a mí como un koala asustado. Poco a poco se va soltando, muy poco a poco... Parece que el miedo al agua es normal a esta edad, y que está relacionado con esta experiencia de bajada y encarnación, con la experiencia de "salida" del regazo de la madre...


Durante el último mes, coincidiendo con el solsticio y la época de la Navidad (en Mallorca), yo también he estado limpiando, primero con una gripe y fiebre, y más tarde con una inflamación de las anginas, ronquera, mucho cansancio y los últimos días algo de tristeza. Casi al mismo tiempo, Nur ha pasado por un proceso de fiebre y mocos en los pulmones, unas cuantas noche muy malas, que Alex y yo hemos llevado como hemos podido, abrazándola, acariciándola y cogiéndola, pues nos pedía mucho "aúpa" y mimos, y con mucho mucho amor... la mejor medicina. Mónica nos ha contado, entre otras cosas, que la Navidad es un momento del año en el que los niños suelen ponerse malitos, somatizando y manifestando el movimiento de las emociones (y la tristeza para muchas y muchos) en esta época. Por eso ella nunca se va de vacaciones en Navidad, sino cuando ya han pasado las fiestas...

Me gustaría dejar escrito lo que he aprendido hoy sobre la fiebre, que hará que la próxima vez que Nur tenga décimas, no le de ningún anti-térmico como esta última vez:

La fiebre*, es un proceso natural el cuerpo de nuestros pequeños relacionado con la encarnación en el cuerpo físico (lo mismo que las muelas, por eso la salida de éstas va acompañada muchas veces de una décimas). Para nuestros pequeños, es una manera de regular el calor de sus cuerpos, de adaptarse a este mundo, de ir abandonando el estado de fusión emocional con la madre poco a poco. En este proceso, es muy habitual que ellos (nuestros bebés) generen mocos en los pulmones, como una forma de recrear el medio líquido en el que se encontraban dentro del vientre materno. Esto les ayuda a adaptarse al cambio a su ritmo y según sus necesidades emocionales, y la fiebre muchas veces acompaña a esta creación de líquidos como forma de combustión, una manera muy sabia que tiene su cuerpo de vivir todo el proceso en equilibrio.

No deja de asombrarme la increíble fuerza y sabiduría de nuestros hijos, de los bebés, tan delicados, tan vulnerables, pero tan unidos a la naturaleza y a la fuerza vital, que son capaces de adaptarse a este mundo por sus propios medios, cuando quienes nos hemos comprometido como padres, confiamos en ellos y en su sabiduría instintiva. Ser padres no se enseña en ninguna escuela. Pero la vida abriéndose paso es tan grande, que siempre tenemos la oportunidad de aprender algo de ella y de sus pequeños grandes  mensajeros.
Yo ya "despedí" a mi puerperio, ahora... a tomar fuerzas para la nueva etapa, para la adaptación de Nur a dejar de estar fusionadas, y a los 2 años, con su "independencia" y su reafirmación. Gran Diosa, Madre Divina, dame fuerzas y sabiduría! ¡Las necesitaré!

 
*Además de explicarnos esto y de darnos algunas fórmulas de homeopatía para la fiebre y los miedos nocturnos, Mónica nos ha recomendado también un libro para poder acompañar a Nur la próxima vez que le suba la temperatura (parece ser que 2 o 3 veces al año es muy saludable). Se llama "Cuidados sin fármacos en niños febriles", de Carlos Vilanova.

martes, 10 de enero de 2012

Entierro de mi placenta (y con ella, mi puerperio). Mi duelo


Ayer enterré mi placenta.
Ayer, dia de Reyes, le entregaba a la Tierra este pedazo de mí, que nació para albergar y nutrir la vida de mi pequeña, y que fue parida poco después que ella, como si fuera su hermana, con el mismo cansancio, con la misma intensidad, en la misma intimidad de nuestra cama. En Malaysia, la tierra de mi padre y en Sumatra, de nuestros antepasados, se cree que la placenta tiene espíritu propio y se la considera como la hermana mayor del bebé. El ritual de enterrar la placenta es ancestral, se remonta hasta la primera madre, y todavía se practica en muchas culturas, aquellas que no han perdido el contacto con lo invisible...

Después de 21 meses en el congelador,  por fin llegó el momento. Pude haberla enterrado antes, en la sierra de Madrid, o en mi amada sierra de Gredos, pero quise hacerlo en nuestra casa mallorquina, donde fue concebida hace dos veranos mi querida Nur, cerca de los almendros y de los olivos que la rodean. De alguna manera quería que el alma de Nur quedara vinculada a la tierra de nuestros ancestros, ya que nosotros no vivimos allí. Porque algo de nosotras se quedó en la placenta, un pedacito de alma,  el espíritu de las diez lunas de la gestación de mi hija. En el mismo hoyo que cavé, junto a la placenta, planté árbol muy bonito cuyo nombre no recuerdo, pero que podremos ver este verano desde nuestra cama, y que tiene flores de color fucsia durante todo el año.
 
Con la placenta enterré también mi puerperio, aquel que me ha acompañado casi 20 meses... ese estado de fusión emocional con mi hija, esos meses de gran sensibilidad y creatividad tan extraño y envolvente, de entrega en silencio, de integración amorosa con mi pequeña, que me ha tenido inmersa en el asombro todos estos meses. Un estado de caos interior y desorientación suavizado y matizado por un creciente amor tan amplio e inmenso que empeñecía cualquier preocupación.
Hay mujeres que echan de menos el estar embarazadas, otras echan de menos tener a sus bebés en brazos... yo creo que echaré un poco de menos mi puerperio. Porque con altos y bajos, he tenido un puerperio feliz. Y de nuevo, tengo mucho que agradecer a la vida por haberme permitido disfrutar de ello, por haberme sentido cuidada y protegida por Alex y por un par de personas más sin quienes estos meses no hubieran sido lo mismo. Ellos son mi pequeña tribu, a quienes agradeceré siempre, porque también...
Ha habido momentos de dudas, de desconcierto, de soledad, de desamparo... he experimentado una creatividad sin límites, una entrega que desconocía, una alegría y una mirada nuevas,... y por fin, un desapego extraño de algunas cosas que me causaban tristeza hasta lo más hondo.

Ahora sólo me importa mi familia, y el amor que puedo llegar a experimentar a través de ella. Así es este momento de mi vida.
Creo que fue así como pude reconocer el fin de mi puerperio: una extraña calma se fue apoderando de mí, y dejé de sentir la incertidumbre que tan sólo unos meses antes me hacía plantearme mi vida desde otro prisma. Reconocí que el puerperio había terminado porque empecé a aceptar plenamente este momento de hacer sin hacer, este momento de invisibilidad, y me dí cuenta de que al hacerlo, una nueva creatividad empezaba a fluir, una creatividad interior, la sensación de poder hacer lo que quiera, la seguridad de que estoy donde estoy porque así lo elijo, porque así tiene que ser...

Poco a poco mis hormonas y yo nos hemos ido relajando, y me siento más cómoda y asentada en esto de ser madre. Más calmada... El haber ido encontrando pistas para una crianza basada en el amor desde el respeto, me ha hecho crecer como mujer y como persona. Siento una alegría nueva y vibrante, esa es la verdad.
También voy conociendo la personalidad de Nur, lo que le mueve, lo que le hace saltar de alegría. Me tranquiliza saber que puedo contar con ella, y ver que ella sabe que puede contar conmigo. Hay un punto de conexión, en la mirada, en el gesto, en la conciencia de ambas, que me dice que lo estoy haciendo bien, que me puedo equivocar, pero que estoy creando un espacio de comprensión y de respeto muy fértil, en el que poco a poco veo frutos, y que éstos crecerán y darán más frutos.

Hay algo más... el entierro de ayer fue acompañado de un fuerte viento, la tramuntana se llevaba el pasado y también los días más grises de estos meses... días de fusión con mi bebé que ya no podré recuperar, algunos de estos días en los que volvería atrás para poder disfrutar más libremente con mi hija y mi amor. Es un tiempo que se va, y que, como dice la canción, en algún momento tendré que llorar... La placenta ya está enterrada, y con ella unos meses llenos de una experiencia tan íntima y veraz que bien merece unas lágrimas de duelo y de gratitud...


Mi corazón me recuerda que he de llorar
por el tiempo que se ha ido, por el que se va.

agua del tiempo que corre, muerte abajo,
tumba abajo, no volverá.

me muero todos los días
sin darme cuenta, y está
mi cuerpo girando 
en la palma d ela muerte
como un trompo de verdad.

hilo de mi sangre, ¿quién te enrrollará?

agua soy que tiene cuerpo,
la tierra beberá.

fuego soy, aire compacto,
no he de durar.

el viento sobre la tierra 
tumba muertos, sobre el mar.
los siembra en hoyos de arena, 
les echa cal.

Yo soy el tiempo que pasa,
es mi muerte la que va
en los relojes annando hacia atrás.

sábado, 7 de enero de 2012

Honrando a la mujer Salvaje que, además, es madre

A lo hora de maternar, dejo que mi alma hable, y a veces no me gusta lo que oigo. Entiendo que no puedo ser "súper-mami" las 24 horas al día, aunque lo intente. Quiero ser coherente con mi maternidad. Trato de serlo, pues maternidad consciente es para mí maternidad coherente. Pero también lo es el saber hasta dónde puedo llegar, cuáles son mis limitaciones, y tratar de ir un poco más allá sin exigirme, aunque a veces me cuesta. Ir más allá. No exigirme.

No pongo etiquetas en "El Rumor de las Libélulas" sencillamente porque no soy de etiquetas, ni con la maternidad ni con otros aspectos de mi vida. Las etiquetas me hacen sentir que tengo que encajar en esa coherencia, que no me puedo salir de la manada, que tengo que seguir unas reglas. No digo que sea así para todas, pero lo es para mí (creo que todavía soy demasiado exigente, y eso me pesa...).
Nunca he encajado bien en los grupos, y eso que lo he intentado.
He sido siempre muy extremista y controladora y he defendido mis ideas a capa y espada, creyendo que eran las más acertadas, las más sabias. He perdido mucha energía por ese camino, aunque también he aprendido a no enfadarme conmigo misma por equivocarme...

Y con la maternidad, por fin, he aprendido , por fin, que cada una y cada uno tenemos nuestro propio camino, y que no hay un camino mejor que otro. Y también he entendido por qué siempre sentía que "me echaban" de los grupos... es que no tenía que estar ahí.
Caminar sola, para mí, es caminar libre. Aunque en el camino no me sienta sola :)

Defiendo el derecho de las mujeres que son madres a defender como lobas lo que es suyo, es decir, su derecho a un parto respetado y una crianza libre y sin complejos. Entiendo y apoyo a las mujeres que lo hacen, ellas ayudan a muchas otras y abren caminos para que poco a poco podamos cambiar el mundo (¡porque podemos hacerlo!). Entiendo que muchas necesitan darle alas a la mujer Salvaje que habita en ellas, y que todavía dormita y que NECESITA SER DESPERTADA YA.

Sueño con el día en que no sean necesarias estas etiquetas, el día en que, simplemente, podamos llevar nuestros embarazos y partos con empoderamiento y confianza, honrando nuestra "esencia femenina instintiva".
Sueño con esta mujer salvaje que no necesitará ser despertada a golpe de instrumental médico, con episiotonomías, cesáreas innecesarias, oxitocina impuesta, fórceps y vacuoextractores, críticas y proyecciones negativas ajenas sino que florecerá después de buecar en sus profundidades
Sueño con esta mujer salvaje que no será reprimida desde la niñez, con el despertar de esta mujer que conoce y anda su camino, con los pies descalzos, libre de los prejuicios y críticas de los demás, en especial de sus hermanas mujeres y comadres.
Sueño con que se pierda el miedo a la mujer poderosa que una es cuando está embarazada, que no se pierda el miedo a expresar nuestra animalidad durante el parto, que podamos llegar a dar a luz llenas de majestuosidad y gozo.

Cuando seamos conscientes de lo poderosas que somos cuando estamos embarazadas y cuando parimos, cuando no tengamos miedo de nuestros cuerpos, a nuestra desnudez emocional y física, experimentaremos gozo, amplitud y profundidad

Todas y todos soñamos con que el mundo cambie. Yo sueño también con que se pierda el miedo a este cambio. Así que si nos sentimos reivindicativas*, ¡adelante!
Así que  quien quiera poner banners, etiquetas, en su blog ¿por qué no hacerlo? Como decía en un post anterior, cada madre debería disfrutar de su maternidad con un color y un sabor auténticos. Muchas han despertado a su mujer salvaje con la maternidad, y una vez despertada, ¿quién no lucharía por conservarla siempre?
Somos madres, somos lobas. Cada una con su huella, con su aullido, pero somos una manada.

Aúuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!!

*Yo reinvindico que la mujer salvaje sea despertada para una concepción, embarazo y parto conscientes con tres lecturas imprescincibles y con mucha, mucha naturaleza, desnudez, conexión, luna, apertura, comunión....:
"Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer", de  la Dra. Christiane Northrup (de sus casi 900 páginas, más de 100 páginas sobre la fertilidad, concepción, embarazo y parto, sincera, rotunda, coherente)
"Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés
"La maternidad y el encuentro con la propia sombra", de Laura Gutman