domingo, 25 de septiembre de 2011

Cuando me convierto en niña...



¡A jugar Familias! es un Carnaval de Blogs abierto a todos de El Blog de Sarai Llamas para el mes de la Crianza con Apego 2011 con el cual se pretende hacer un llamamiento a todos los padres invitándolos a jugar con sus hijos y a compartir con ellos un tiempo precioso y de un valor incalculable.

Sin hablarlo mucho, Alejandro y yo nos dimos cuenta desde que Nur tenía muy pocos meses, de que era una niña que no necesita muchos juguetes. A ella le gusta mucho observar, pero sobre todo tocar cualquier cosa que le parezca interesante o curiosa... y moverse. Experimentar con su cuerpo y con el movimiento. Ahí es donde sale toda su intrepidez y concentración. Desde muy pequeña, el conquistar nuevas posturas físicas ha sido su mayor entretenimiento. Desde que empezó a gatear con 5 meses, o a ponerse de pie con 6 (agarrada a la mesa) y a descolgarse del sofá con 8, pasaba horas investigando el mundo desde estas nuevas posturas y movimientos, primero en su manta Pickler y muy cerquita de ella, y con el tiempo, por toda la casa, su campo de juego. Aprendió antes a trepar y a bajarse del bugaboo (algo que podía hacer durante un buen rato varias veces) antes que a caminar (empezó a caminar con 12, y a trespar al cochecito con 11)

Cuando todavía era muy bebé me encantaba bailar con ella en brazos, disfrutaba con la carita de emoción que se le ponía, adoraba cómo me cojía un dedo con su manita minúscula.
Después, durante mucho tiempo gateé con ella, más bien detrás de ella, lo que la divertía mucho era ver que yo "no la pillaba". Ahora seguimos jugando a que yo (o su padre) la persigo por toda la casa, y ella va corriendo y se esconde para darme un susto, aunque todavía no sabe dar sustos, más bien se los doy yo a ella, que se parte de risa.
Los últimos cinco meses ha jugado mucho con el agua en la terraza. A llevar cubos de una pileta a la piscinita, a observar cómo cae el agua de un cubo a otro, a regar las plantas, a "beber", a mojarse entera, a jugar con la fregona... ¡le encanta el agua y todo lo que puede hacer con ella! 
También jugamos a que la pongo en la silla giratoria y le hago girar, y me escondo y hacemos cucú-trás (ésto último tiene infinitas versiones).
Últimamente también le gusta que nos sentemos juntas y le "explique" los dibujos de los cuentos. Puedo llegar a hacerlo 4 o 5 veces en un día con el mismo cuento.
Cuando vamos fuera, al parque, le gusta mucho empujar su cochecito de bebé de juguete, y encontrar sitios donde encaramarse y escalar. Cojer hojas, piedrecitas, y cuando hay árboles, le gusta cojer un palo grande y caminar, como si fuera una peregrina.

Nur no tiene juguetes con botones que hacen música, aunque cuando bajamos al parque le gustan los de otros niños, nosotros no somos muy partidarios de este tipo de juguetes, ni tampoco de que tenga muchos, sobre todo porque sabemos que a los dos días se cansa, pues son sedentarios  y ella necesita mover el body.
Y sobre todo improvisamos. Con el contacto corporal, con el movimiento, con la mirada o el gesto... disfrutando la una de la otra y del juego en sí mismo, sin objetivo alguno.

Y yo no sé si las otras mamás juegan con sus hijos de 17 meses, pero lo que yo veo es que Nur no necesita tanto que juegue "con ella", como que esté presente mientras ella juega. Eso sí. Necesita que yo esté junto a ella, presente y disponible. Todo el día. No sé hasta cuando, pero yo estoy aprendiendo mucho de este "estar presente". Y aunque a veces me agoto, descubro también mi egoísmo, y mi sombra se hace evidente. Me ayuda a ver dónde tengo que cambiar. Dónde puedo abrirme más. Dónde puedo amar más.Y vuelvo a convertirme en niña, a olvidar que estaba cansada, a olvidar que tenía que hacer algo, y empieza el carnaval de caras, voces, contacto, canciones y gritos en el que se convierte nuestra casa todos los días...

4 comentarios:

Maria dijo...

Me ha gustado mucho!!

Anónimo dijo...

me ha encantado! besito gordo!

Noraya dijo...

¡¡Gracias chicas!!
Marga, quéevios!! ;)

Patricia dijo...

Jugamos muuuuucho con Catu, quizás más su papá que yo. Ahora toca ir dando espacio, a ella le cuesta a nostros también, todo a su ritmo.

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