lunes, 6 de junio de 2011

Metamorfosis

Cuando con 11 meses Nur empezó a removerse en la cama, rodando como una croqueta , buscando sus espacio entre su padre y yo, nos dimos cuenta de que algo pasaba, de que se estaba volviendo "mayor" y de que necesitaba más "independencia", así que le pusimos una camita al lado de la nuestra, con lo que sus noches (y las nuestras) empezaron a ser menos moviditas y más tranquilas.
La verdad es que me sorprendió que fuera "tan pronto", pero ellos, nuestros peques, saben muy bien cuándo han tenido "bastante" de algo.

Otro de los cambios importantes que noté fue que, casi al mismo tiempo, Nur decidía que, aunque quería que la acompañara a dormir y le diera el biberón, ahora prefería dormirse ella solita en su cama, y ya no en mis brazos, como habíamos hecho hasta el momento.
Así que desde entonces y a la hora de acompañarla a dormir una siesta o por la noche, le cojo en brazos, le doy un bibe y le canto, y cuando ella me lo indica, la acuesto en su camita y yo me tumbo en la mía, a su lado, cantándole o compartiendo silencio hasta que se queda dormida... o casi... y yo puedo salir de puntillas de la habitación.
Este rato puede durar entre 10 minutos y una hora, en la que Nur da vueltas en la cama, levanta una pierna, hace ruiditos... en fin, busca su sueño, igual que hacemos los "mayores" cuando tenemos sueño pero nos cuesta un poquito pillarlo....
A veces me hago la dormida, y otras veces la cojo un ratito y la acuno un poco para ayudarla, o le canto... otras veces todavía se queda dormida en mis brazos...

Hoy hace poco más de 13 meses que Nur nació después de un parto (el mío) largo e intenso, en nuestra antigua casa de Madrid.










Y ha crecido mucho. Es parlanchina, inquieta, curiosísima, pizpireta, tiene cuatro dientes (y unos cuantos en camino), más de 10 vuelos en este último año, estancias en tres continentes y una mudanza.
Es a la vez muy sensible y muy fuerte. Todavía le da miedo este mundo tan denso, todavía necesita a su mami.
Como madre, siento que estoy empezando una etapa nueva, en la que me siento todavía un poco perdida y a veces, un poco sola, es una soledad interior, esto me ocurre cuando desconecto de mí misma y me quedo en el exterior... entonces en mi interior se abre un vacío, y todo se me hace cuesta arriba. Hacerse cargo de otro ser entonces, puede ser muy duro, ahora lo sé. Sobre todo porque se necesita presencia y disponibilidad total, y claro, cuando una no está presente en su propia vida...

Las últimas semanas hemos tenido viajes y cambio de residencia, y confieso que algunos días me ha parecido estar viviendo una depresión post-parto tardía. Incluso Alex me ha regalado el libro "El Club de las madres cabreadas", a ver si conseguía que me riera un poco con todo el meneo que nos hemos traido encima.
En medio de esta metamorfosis interior, en el exterior se daba una "spanish revolution", y es que no son tiempos de calma, son tiempos de cambio y de autenticidad, de verdad y de conciencia. Y ser madre en medio de todo esto puede ser lo más desesperante y lo más hermoso y bello del mundo, o las dos cosas a la vez.

Gracias a quienes han estado ahí. Ellas y ellos saben quién son.

...Y como depués de la tormenta viene la calma, ahora vuelvo a flotar en el gozo constante y en la devoción absoluta hacia la maternidad, y aunque todavía ando un poco perdida en esta nueva etapa que comienza, he decidido sumergirme de lleno en ella a través de la conexión con mi hija, quien cada día se muestra más comunicadora y empática, y ha aprendido muy bien a pedir lo que quiere usando su propio lenguaje.
A veces nos sentamos las dos en un escalón y nos ponemos a charlar, como si no existiera nada más, como si nos estuviéramos contando cosas muuuy importantes (¡que lo son!). Son momentos de paz, de dicha, de fluir con la vida, de aceptación del momento presente.

Y otra vez mi pensamiento para las madres...
Ahora, después de casi 14 meses, me siento más cerca de ellas, de las que lo fueron antes que yo, de las que lo "sufrieron" y de las que crecieron con ello, de quienes se hicieron mujeres floreciendo después de cada tormenta.
Ahora y sólo ahora, empiezo a vislumbrar el secreto de ser madre, el misterio que cada una guarda en su corazón, la semilla del amor más grande, regada muchas veces con lágrimas de quienes han aprendido a acojer lo que les venía, con la entrega más sincera y absoluta.

Mis respetos, solidaridad y sonrisa para todas ellas... benditas seáis.

4 comentarios:

Maite Castillo dijo...

Que bonito Noraya!.Me has emocionado...!
Mañana hablamos,vale?
Mucha Paz para vosotras..

Anónimo dijo...

Llegué a tu blog por el de Cayetana, portando otro angelito, he echado una ojeada rápida a varias entradas nuevas y antiguas y me has cautivado con tus palabras, transmites dulzura, paz, serenidad, zen... Me encantas.

Te seguiré. Besos

Noraya dijo...

¡Muchas gracias Mar! Yo no me considero tan zen, jajaja, perome anima mucho el ver que al menos lo puedo transmitir... (y sí, trato de escribir cuando estoy tranquila y la tormenta ha pasado, me ayuda a integrar cada experiencia vivida el hacerlo...)
Yo también le echaré un ojo a tu blog!
Un abrazo!
Noraya

Teresa dijo...

Bello y conmovedor. Y como siempre...en el momento oportuno. ¡Gracias!

Publicar un comentario