lunes, 21 de marzo de 2011

Busco tus ojos mamá...

"Un plato roto se puede reponer, una llamada, puede esperar...el alma de un niño, dificilmente" Naomi Aldort

Estos días hemos vendido nuestra casa al mismo tiempo que hemos estado buscando un nuevo hogar, para vivir con Nur y el hermanito que le queremos dar (y cuya alma ya nos ronda desde hace unos meses). Así que yo he pasado mucho tiempo delante del ordenador, buscando casa por internet, y, la verdad, tengo que confesar que la última semana no le he hecho mucho caso a Nur. Los niños, aunque sean todavía bebés, son muy sabios, y Nur sabía que su mamá no le estaba haciendo tanto caso como siempre, sentía que su mamá estaba ausente, preocupada, distante... Así que su primera reacción, como la de cualquier bebé que todavía no sabe hablar, fue llorar. Su llanto me decía: "Mamá, escúchame", "ven a jugar conmigo", "dame un abrazo", "mamá, cógeme aúpa", "vamos a dar una vuelta por la casa", salgamos al parque...", "mamá hazme casoooo"...

Mientras tanto, yo estaba absorta en mi búsqueda, agobiada y estresada, y la verdad es que apenas me daba cuenta de lo triste que se empezaba a encontrar mi hija. Esto ha durado más o menos una semana. Finalmente, yo he terminado con gripe, y Nur, después de haber pasado toda la semana comiendo poco, con unos mocos de espanto, espesos y amarillos, de los que se pegan al pecho y no te dejan respirar. En Medicina Tradicional China decimos que la emoción asociada al pulmón es la tristeza. El pulmón es ,además, el órgano a través del cual nos relacionamos con el mundo, inspiramos la vida y espiramos lo que nos sobra, de esta forma intercambiamos energía con lo que nos rodea. La mucosidad es líquido, es agua que nuestro cuerpo elimina, son emociones. Según Laura Gutman en su libro "La maternidad y el encuentro con la propia sombra", los mocos en los niños y en los bebés son las lágrimas que lloran, ya sea porque ellos son quienes hacen aflorar estas emociones que nosotros reprimimos en su función de catalizadores o de espejos purísimos que reflejan lo que nosotros no vemos, o porque se sienten tristes y desplazados, y de alguna manera reclaman su espacio dentro del aura de la madre (sobre todo en estos primeros años en los que el bebé y la madre están "fusionados"). Otra vez la separación le ha provocado mocos, y ésta vez no una separación física, sino una separación emocional y psicológica. Esto es mucho más sutil, pues se encuentra en lo invisible… Anoche Nur estaba en la cama tosiendo y con dificultades para respirar, le aspiré los mocos con el "sacamocos" y le hice Reiki concentrándome en una fórmula de homeopatía útil para estos síntomas. Al mismo tiempo yo sentía un dolor profundo y sordo en el pecho. Sentí claramente que lo que le pasaba a Nur tenía que ver conmigo. Entonces empecé a reflexionar, “todo pasa por algo”. Consulté el libro de la Gutman, y entonces comprendí todo. Mi niña me había estado echando de menos, no comía porque mi aura no era "nutritiva" entonces, no era rica en amor, comprensión, comunicación. Sus mocos revelaban otra vez la angustia de la separación. Así que esta mañana me he levantado con ella a las 7.30h como cada día y lo primero le he contado lo que pasó la semana pasada, cómo me sentía yo, y cómo ahora sé cómo se sentía ella, y que debido a ello hemos terminado las dos malitas. Luego he estado todo el día a su lado, jugando a veces o simplemente sentada en el suelo junto a ella, observándola, mirándola a los ojos, permitiendo que de mi corazón fluyera todo el amor que siento por ella, abrazándola, comiéndomela a besos. Y sus síntomas han mejorado muchísimo. La alegría y la serenidad han vuelto a su rostro. La he acostado y ahora está durmiendo y respirando bien, y apenas tiene tos. Se ha dormido feliz y sin llantos. Y yo me he quedado meditando sobre la importancia de alimentar a nuestros hijos con nuestra presencia, silenciosa o juguetona, risueña o seria, pero presente y amorosa. Efectivamente no es sólo que les demos pecho o biberón, o papilla y unas croquetas… es nuestra aura, nuestra emociones, nuestro estado de ánimo, lo que más los alimenta, pues alimenta a su alma, y el pequeño ser que se está formando…

Si les damos el pecho mientras estamos viendo la tele o discutiendo con nuestra vecina, o protestando del tráfico, de las colas, de la crisis… Si les damos el pecho (o el biberón) mientras hablamos por teléfono o charlamos de cualquier cosa, ellos se alimentarán de eso, y les estaremos privando del alimento más importante: la atención, la comunicación, el amor, la presencia que se habita y que se huele en la piel y en los ojos de la madre, que nuestros pequeños siempre van a buscar entre todo el ruido exterior.

La intimidad con nuestros hijos, la comunicación, el estar simplemente presentes junto a ellos, sin hacer nada más, el tratar de comprenderles y de darles su espacio, puede llenar sus vidas de una forma que no nos podemos ni imaginar. Esto también nos hará crecer a nosotros, como madres, como padres, como humanos. Porque nuestro corazón se abre (no deja de sorprenderme cuánto) y porque nos salimos del "yo" para penetrar en el "nosotros", donde hay paz, armonía, equilibrio. Así que de nuevo me acostaré hoy agradeciendo a la vida el haberme traido una maestra tan grande como Nur para enseñarme estas cosas y para hacerme crecer como mujer y como madre.


Gracias Nur, gracias maestra.


(la foto de Nur es de estos días, la hizo Beatriz -www.beatrizyanos.es-)

sábado, 5 de marzo de 2011

Padres conscientes

La experiencia de la maternidad no sería lo mismo sin Alejandro.
Cada cual lo vive como puede, de manera personal e íntima, y en mi caso he tenido la suerte de poder transitar ésta senda de corazón junto a la persona que amo, quien es, además, un padre como la copa de un pino. Desde mi embarazo, ha crecido como hombre y como persona, incluso físicamente (los pantalones le han quedado estrechos y ¡cortos!) Ambos estamos creciendo y madurando en amor.
Me maravilla lo conectado que está con la paternidad y los procesos que ésta trae, la conexión que tiene con Nur, y la paciencia y profundo amor y comprensión que ha tenido conmigo durante éstos meses de puerperio y de revolución hormonal profunda.
Me gustaría hacer mi pequeño homenaje a éstos hombres nuevos, que como Alex, David, Illo, Dave y otros, maduran y se embellecen cuando se convierten en padres. A éstos hombres a quienes se les ha permitido llorar y emocionarse, y que ahora, convertidos en compañeros de camino, abrazan su paternidad con entrega y devoción.
A los hombres que no necesitan demostrar nada, que simplemente aceptan la vida como llega, poniendo al servicio de ésta su energía y su conciencia.
A los hombres que nos cuidan, nos aman y nos aceptan sin juicios, aunque no nos comprendan.
A los hombres que ejercen su paternidad con orgullo y madurez emocional, con coraje.
A los hombres que se emocionan cuando miran a sus bebés y que les aman sin medida, mostrando su lado femenino y su sensibilidad sin miedo a perder su hombría.
A quienes nos acompañan sin juzgarnos, y nos consideran las más bellas aunque hayamos ganado unos kilitos o el cansancio acuse nuestros rostros...
A aquellos que en verano van a la playa cargados como sherpas...
A aquellos hombres que pasan noches en vela con nosotras porque sus bebés lloran, porque tienen gases, porque les duelen los dientecitos...
A los hombres que han esperado y han gestado con nosotras durante 10 lunas maravillosas, soñando familia, preparando el nido...
A los hombres que nos han acompañado en el parto con sensibilidad, aliento, presencia y energía.
A quienes no les precocupa el sentirse desplazados por nuestros bebés, pues tienen amor infinito por sus parejas y por sus hijos, porque su fuerza es su individualidad, y la conciencia que han reclamado en sus viajes interiores... Pues han enfrentado sus miedos y sus vacíos y los han llenado con amor a sí mismos... un amor que no se agota, que no se rinde, que madura y que florece cada día.
Para ellos toda mi admiración y devoción, pues a través de estos padres y madres conscientes, están llegando seres maravillosos a este planeta, que educados desde la sensibilidad, la comunicación y la conexión, podrán cambiar el mundo.
Un mundo que ya está cambiando, por cierto...

(foto de Es Vedrà de Juan Costa Tur)