jueves, 22 de julio de 2010

A la nanita nana

Aprovecho este ratito para escribir un poco, son las 20:15h y Nur sigue durmiendo... ¡lleva desde las cuatro y media!
Me preguntan qué tal es, si duerme bien, etc. "Duerme muy bien", contesto yo. Porque es verdad. Duerme toda la noche, sólo se despierta un par de veces para comer y se vuelve a quedar dormida ipsofacto...
Pero de día... de día es otra cosa.

"¡Qué niña más despierta!", me dicen unas. "¿Sólo tiene 13 semanas? ¡Pero qué espabilada está!", me dicen otros. Y la verdad es que sí. Nur es una bebita muy despierta, en todo se fija, todo lo quiere ver, nada se quiere perder.... "¡pero cómo! ¿dormir? ¿con todo lo que está pasando? ¡yo no me lo pierdo!" Entonces ella juega, se mueve sin parar, investiga nuevas posturas, agita alegremente sus bracitos y sus pies, se da la vuelta como una croqueta, levanta el cuello y mira a todos lados... Y luego se cansa, con su mirada, con sus movimientos, con ese lenguaje de bebé que poco a poco voy aprendiendo a descrifrar, me dice: "mami, cógeme un ratito, que quiero mirar desde lo alto". Y luego de vuelta otra vez. Hasta que, agotada, empieza a protestar. Porque siente sueño... y eso no le gusta nada. Dormir sí, le encanta, pero la sensación de tener sueño... eso no tanto.

En mis brazos la coloco tumbadita para cantarle una nana... uuuuy "eso sí que no. Ahora sí que me quieren echara a dormir de verdad". Entonces, cinco minutos de llanto no me los quita nadie. De llanto, de rabieta, de quejido, de grito, de pataleta (con esas piernecitas tan robustas que se le han puesto)... y mientras, yo la abrazo con todo mi amor: "Nur, cariño, tienes que dormir, eres muy bebé todavía, y los bebés de tu edad duermen..."
Y poco a poco, desde la calma, con una nana y mucho amor, Nur va cayendo en los brazos de Morfeo... bueno, más bien en los de su madre, o en los de su padre, según quien la tenga encima... Y entonces duerme como una bendita, como un ser angelical.... ¡qué paz! ¡que felicidad...! Echaría las horas mirándola... hasta que, a los 10 minutos, o 20, o 30, ¡plas! Abre los ojillos y me echa una sonrisa de oreja a oreja. ¡Gú!
Y ya no hay manera. Ooootra vez parriba, pabajo, que me doy la vuelta, que mira cómo levanto el cuello, que quiero ver desde lo alto...

Por esto esta tarde de sueño profundo ha sido diferente, y me siento hasta rara. Me ha pillado desprevenida y ni siquiera he aprovechado para estudiar o escribir, o para cocinar una cena rica... Hoy, excepcionalmente, ha dormido toda la tarde como un angelito. Y yo anonadada, aquí lo cuento. Como si fuera el acontecimiento del año. "Mi niña tiene sueño, ¡bendito sea!"

martes, 13 de julio de 2010

Educar en el asombro...

Hace poco tuve la inmensa suerte asistir a un seminario de Kabbalah con Carlos de León, creador de ontogonía.
El primer día fui un poco inquieta, pues iba con Nur, que con 10 semanas era todavía muy pequeña para dejarla con otra persona, y no sabía cómo iba a ir la cosa, o sea, asistir a un seminario de seis días con un bébé. Llevé un colchón plegable, una mantita, la hamaquita de Nur y una bolsa con sus cositas.
Al llegar al lugar, ví el cielo abierto: una zona de la gran sala, estaba especialmente pensada para los papás y mamás con bebés y niños pequeños. Niñas correteando, bebés llorando, ¡qué bien! Así que feliz, monté el "chiringuito", como lo hacemos las mujeres, que con cualquier cosa sabemos recrear un hogar.

También tuve la suerte de que Alex podía cogerse las mañanas libres, así que él se estuvo quedando con la peque por las mañanas y luego me la traía a la hora de comer, y Nur ya se quedaba conmigo hasta las ocho, hora en que terminaba el curso todos los días. Esto me ha servido para trabajarme el desapego, y para tomar conciencia de lo importante que es que nuestra hija esté con su padre, que compartan largos ratos juntos. Belén, una de las mamás que había allí, me animó diciéndome que así Nur también tendría energía del padre, y no sólo de la madre. Ahora sé que fue una buena decisión.
En el seminario se habló mucho de los niños, Carlos dijo algo que se me quedó grabado y que me parece muy importante, y que Alejandro y yo compartimos.

Es importante educar a nuestros hijos en el asombro, mostrarles desde muy pequeños las maravillas de la creación, llevarles a menudo a la Naturaleza, mostrarles la belleza del cielo y de las estrellas, la magnificencia de los bosques, la luz de las aguas, de los verdes campos... educralos en el asombro por todo lo que es grande y bello en la creación, en el asombro por la inmensa riqueza y exhuberancia de la Madre Tierra, en el asombro por la inmensidad de un cielo estrellado, por la magia de un amanecer...
Y tiene mucho mucho sentido. Pues este mundo es complejo y a veces difícil, tenemos que ver cada día unas brutalidades y mezquindades que, si no contamos con una base emocional estable y una conexión fuerte con la belleza de este mundo, nos podemos llegara a sentir atrapados y sin rumbo, sin poder para tomar las decisiones vitales que transformarán nuestra realidad.

Así que decidida a enseñarle a mi hija las maravillas de la naturaleza, y a educarla en el asombro, nos la hemos llevado al Monasterio de Piedra, uno de los lugares más bellos de la península, un vergel que a menudo me recordaba a las cascadas que he visto en Hawaii, o a la selva de Borneo...
Porque ciertamente, si perdemos la capacidad de asombrarnos y de sorprendernos, ¿qué nos queda?